La henna es un tinte para la piel y el pelo que se viene utilizando desde la edad de bronce en ceremonias religiosas, en bodas, en pinturas de guerra etc. Actualmente este tinte se sigue utilizando en países como la India, Marruecos y Argelia para decorar a las novias el día de su boda, para teñirse el pelo y en tatuajes de ceremonia.
El tinte se hace con las hojas secas y el pecíolo de la Lawosonia alba lam, planta que se cultiva en todos los países de clima mediterráneo – cálido. El color que da la henna es siempre rojo pero dependiendo de la piel, el sol o los aceites esenciales con los que se mezcle, dará unos tonos u otros, aunque nunca otros colores.
Por lo tanto, la henna es un buen sustituto de los tintes si se tiene algún tipo de alergia a los productos químicos en general o si queremos teñirnos sin castigar el cabello con productos químicos.
La henna se prepara de la siguiente manera: Se pone a hervir agua y, cuando está muy caliente, se mezcla el polvo de la henna; a esta mezcla se le puede añadir aceites esenciales, como el de romero o el de tomillo, por ejemplo, para tener el pelo más fuerte.
Si tenemos el pelo muy seco podemos añadir aceite de oliva o girasol.
Si queremos que nos quede el pelo con tonos más cobrizos, el agua que añadamos puede ser una infusión de manzanilla.
Si los tonos que deseamos son más oscuros, mezclaremos una cucharada o dos de café soluble.
Si se nos cae mucho el pelo, la infusión con la que la mezclaremos puede ser de ortigas.
La henna que no está tratada con colorantes o pigmentos artificiales es un polvo verde que tiene que prepararse para su uso.
Para decorar la piel requiere otro tipo de preparación, muy parecida a la anterior pero añadiendo zumo de limón y quitando la infusiones, sólo con agua.
Si quieres hacerte un tatuaje en la piel que se te vaya con el tiempo o quieres teñir tu pelo de manera natural, la henna es una alternativa estupenda.