Es un masaje que se realiza manualmente, sin crema ni aceites.
Consiste en una serie de bombeos, arrastres, manipulaciones rítmicas y presiones realizados con las manos y la yema de los dedos.
Lo que hacen es empujar la linfa hacia los ganglios linfáticos, para que estos, se encarguen de eliminar toxinas, líquidos retenidos y estancados de nuestro organismo, luego una vez que han llegado a los ganglios linfáticos se encargan de eliminarlo de manera natural.
La linfa es la encargada de recoger todas las toxinas y deshechos de nuestro organismo como de transportar linfocitos, macrófagos y granulocitos que son los responsables de la defensa de nuestro organismo frente a microorganismos externos.
Por lo tanto nuestra circulación linfática tiene que estar en perfecto estado. La circulación linfática no tiene bomba, como la tiene la venosa, por eso esta se aprovecha de la circulación venosa para poder llegar a todos los rincones de nuestro cuerpo, pero si tenemos una mala circulación venosa, la linfática sufre y se deteriora, impidiendo que sus funciones se realicen correctamente. También sufre cuando hay mucha grasa, ya que hace presión en los conductos impidiendo que circule con fluidez, encharcando los tejidos y aumentando de volumen dejando en ellos los residuos nocivos y toxinas.
Como ya hemos dicho es un masaje manual, pero disponemos de la presoterapia que es una máquina que bombea y ayuda a la circulación venosa y linfática de manera mecánica que funciona bien, pero en algunos casos la combinación de las dos técnicas la manual y la mecánica es necesaria como por ejemplo cuando ha habido una disminución de los ganglios linfático por culpa de una cirugía, tenemos que acudir siempre a un profesional que nos indicara la técnica que mejor nos puede ir.
Nunca realizar un masaje linfático, cuando hay fiebre, infecciones, heridas que no estén bien curadas o se padezca cáncer y se esté en tratamiento, antes siempre si se tiene alguna duda de este tipo, consultar a un médico.